Orden de D'hara

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A principios de la Segunda Era el Archiprelado de Seldar decidió que no podría mantener sus estudios teológicos al tiempo que se sincronizaba con la creación del imperio. Fue entonces cuando se segmentó el poder en el imperio y todo el poder ejecutivo, que antes caía sobre el Archiprelado, paso a manos de la nobiliaria y del Emperador. Desconocemos el año exacto de esta transición y cualquier suposición sería una especulación, pero si el lector quiere situarse, podríamos decir que esto sucedió entre el año 17 y el 60 de la Tercera Era. Sabíamos que los primeros gozaron de una gran longevidad, por lo que no sería descabellado que incluso fuese una década más tarde.

El primer Archiprelado partió de Galador, donde tenía su primera catedral a Seldar y se dirigió a las cordillera de Ephel-Arnas donde el Arcángel de la Ruina (N del E: Lea 'El catecismo de Seldar' y 'Avatares de Seldar') había dejado restos de su poder. Allí creó un pequeño bastión donde se dedicaría al estudio del regalo divino, así como a la oración y a desenmarañar la tan enigmática figura de Seldar.

El Archiprelado, al dejar al primer Emperador -Rogal Lexis- en el poder creó una serie de leyes para blindar la protección de la recién fundada Orden de la Llama Púrpura y asegurar que durante los siglos de los siglos Dendra estuviese obligada a mantenerla y protegerla.

A cualquier lector joven le chocará lo de 'Orden de la Llama Púrpura'. Ese fue el primer nombre que recibió la orden cuando el Archiprelado la fundó, después veremos como evolucionó.

Los primeros (ver 'El Catecismo de Seldar') fueron aquellos orgullosos antepasados nuestros que se alzaron con Seldar mientras el resto de estupefactos miembros de la antigua Dendara se dedicaban a balbucear y llorar sobre el retorno de Oskuro.

De entre ellos -hombres y mueres regios de ideales férreos- uno de ellos destacó sobre el resto: Emixilian Yorn, el primer Sacerdote de Seldar y primer Archiprelado de Seldar.

El consiguió reconocer a la entidad que apareció en la Catedral de Oskuro cuando fue invocado en la batalla final (lea 'La Caída de Dendara') y fue el primero en doblegarse ante él y conseguir los poderes clericales. Sus dotes de retórica y demostraciones de poder hicieron que el culto a Seldar se convirtiese en la semilla que engendró nuestro próspero Imperio. El Archiprelado era (y es, a día de hoy por tradición) la máxima autoridad religiosa.

Regentó el Imperio durante una larga temporada hasta que fundó la orden cuando se dió cuenta de que la política y la erudición eran cosas completamente incompatibles. Fundó la orden con el nombre de 'Orden de la Llama Púrpura' pues por textos antiguos (lea 'Poderes de los Antiguos Sacerdotes') sabemos que las llamas de ese color era un antiguo poder -ya olvidado- de los Sacerdotes de Seldar.

Con un contingente de soldados de los primeros, el Archiprelado creó un bastión en las Cordilleras de Ephêl-Arnas con el fin de dedicarse a la investigación y proteger el fragmento de meteorito que había traído el arcángel de la ruina. Esto fue la fundación de la fortaleza.

Cuando el Arcángel de la Ruina trajo una tormenta de fuego y azufre sobre todo el territorio imperial también trajo un meteorito que se estrelló en las cordilleras, razón por la que el Archiprelado decidió montar allí la fortaleza.

La piedra, de unos diez metros cúbicos, palpita con energías malignas y es capaz de marchitar toda criatura infiel que se acerque. Incluso los de fe más fuerte tienen problemas si su exposición al poder divino es prolongada.

Varios fragmentos se han extraído de su interior con la esperanza de forjar armas o armaduras pero salió terriblemente mal y no se volvió a intentar (ver el libro 'Experimento del Profanador' para más información).

La investigación sobre la piedra ha demostrado ser inconclusa hasta el momento, aunque unos gramos de polvo del meteorito sirven como gran reactivo en los círculos de invocación demoníacos.

Uno de los fines de la fortaleza fue el de proteger este meteorito de caer en manos infieles o ser destruido antes de que los investigadores descubran como puede usarse para derrotar a los infieles. Por desgracia, el Archiprelado no fue capaz de defender este secreto de la propaganda y pronto el rumor se corrió por los reinos, haciendo que muchos turistas y curiosos viniesen a la cordillera a curiosear.

Por culpa de eso se tuvo que ampliar el bastión y reforzar la vigilancia, empezando a utilizar a los antipaladines de Seldar como guardaespaldas de los investigadores y defensores de la piedra.

Las investigaciones, aunque no encontraban maneras definitivas de conseguir los objetivos de nuestro señor, fueron dando resultados. Pronto se consiguió establecer un portal estable con el plano abismal allá donde Seldar guarda sus legiones demoníacas.

Estos demonios son muy diferentes a los demonios caóticos al servicio de aquellos conocidos como Ancestros (o ancestrales). Dichos demonios siguen un estricto código legal bajo pena de olvido. Ninguno de ellos hará algo en contra de la legislación del plano aunque siempre intentarán engañar al sistema de forma legal.

Esos demonios se dedican a cautivar almas de otros planos -como el nuestro- con el fin de convertirlos a su alineamiento. De esta manera, cuando esas almas mueren van a descansar a su plano, donde ellos las usarán como moneda y método de conseguir poder.

Ignorando estos detalles, que puedes leer con más calma en 'Los demonios de Seldar', los eruditos de la Orden púrpura comenzaron a crear rituales capaces de traer demonios de su plano al nuestro con ayuda de un libro de invocación y una serie de ingredientes como azufre, sangre de virgen o polvo de meteorito. Hay muchos más, pero esos son los principales.

La mayoría de demonios eran muy poco inteligentes como para intentar darles órdenes o sonsacarles información, pero a medida que los rituales se perfeccionaron se consiguió traer a entidades más poderosas. El logro más destacable, después de Asmoranonaculdacalar (el demonio del conocimiento) y de Rogahortharminathar (que ahora hace de embajador del plano demoníaco), fue el de la invocación de la primera pesadilla.

Estos corceles demoníacos pronto fueron doblegados por los Antipaladines y comenzaron a usarlas como terribles bestias de monta y a llevar la desolación allá donde iban... el descubrimiento de este ritual incrementó aún más el número de Antipaladines en la fortaleza.

El número, cada vez mayor, de Antipaladines en la fortaleza causó que estos ganaran mucho poder e influencia. Esto, unido al ritual de convocación de pesadillas, causó que pronto los Antipaladines usasen a los investigadores para llevar a cabo sus rituales. El Archiprelado de la Época, débil de mente y de voluntad, cedió a sus presiones y abdicó en un Antipaladín, causando que desde entonces, la investigación se dejase a un lado y la fortaleza se limitase al entrenamiento de Antipaladines e invocación de Pesadillas. El Archiprelado, en su vanidad, renombró a la orden como 'Orden de la Orquídea Negra' y adoptó el título de 'Gran Maestre'.

Pronto la avaricia de los Antipaladines estalló y empezó una pequeña revuelta entre ellos causada por el intento de conseguir el poder del recién nombrado Gran Maestre. Los paladines se enzarzaron en una reyerta en la que había dos bandos: los que apoyaban al actual Archiprelado y los que se aliaban entre ellos con el fin de conseguir ellos mismos el poder.

La reyerta arrastró a criados e investigadores y pronto la fortaleza estaba sumida en el caos y el desorden. Muchísimas vidas valiosas e investigaciones se perdieron en aquellos días oscuros. Pronto, una joven investigadora -llamada Olivia D'hara- hizo un pacto faustiano (ver el libro 'Pactos demoníacos' para más detalles sobre los pactos faustianos) con el demonio Rogahortharminathar. Entregó su alma a cambio de poder para sofocar la rebelión y poner en orden la fortaleza.

Su pacto se llevo a cabo y su cuerpo se consumió cuando se convirtió en un huésped para el Medallón Ardiente (ver el libro 'Avatares de Seldar'). Con dicho poder exterminó a los Antipaladines y nombró a un nuevo Archiprelado, devolvió el nombre a la orden y se consumió para siempre cuando su alma se perdió en el pacto faustiano.

Cuando el nuevo Archiprelado tomó cargo se formó una nueva asamblea popular para reparar el daño causado. Se instauraron varias normas:
 · Los Antipaladines jamás podrían optar al rango de Archiprelado.
 · Ningún ritual demoníaco podría realizarse sin el permiso del Archiprelado, nombrado desde ese día como 'Maestro Ritualista'.
 · Los Antipaladines estarían obligados a investigar para ostentar el poder entre ellos.
 · La Orden de la Llama Púrpura pasó a llamarse Orden de D'hara para conmemorar a la Santa Martir de Seldar.


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