Ozomatli
Ozomatli es una manifestación maligna del dios Seldar, adorada por los hombres-lagarto.
Características
- Panteón: Panteón de Seldar.
- Alineamiento: Legal Malvado.
- Feligresía: Hombres-lagarto.
- Colores: Verde y negro.
- Símbolos: Una gema de gran tamaño de color verde. También otros símbolos como un colmillo de saurio, o un tridente prismático hecho con gemas verdes.
- Avatares: Sólo en tres ocasiones Ozomatli ha sido avistado en Eirea. El día de su advenimiento ante los lagartos en forma de un gran saurio, cuando se presentó ante la shaman Lagartanda para pronunciarse en el asunto de los Ancestros y Gurthang -en esa ocasión, optó por presentarse ante su fiel seguidora como un Dragón Gema- y en forma espectral cuando ayudó a acabar con el Cubo Negro.
Historia
No hay documentos que mencionen a Ozomatli antes del Cataclismo. Lo cual es lógico ya que Ozomatli no es sino Seldar.
El Cataclismo
Con el Cataclismo los Hombres-lagarto se ocultaron bajo tierra, en los niveles superiores de la suboscuridad, y allí sobrevivieron a los estragos que sufrió Eirea. Durante décadas los lagartos vagaron por aquellos parajes, sin llegar a establecerse en ningún lugar. Yckull Szalk, la biznieta de la Yckull Szalk que reinó sobre todas las tierras de Zulk durante la Segunda Era, se hizo con el control de su pueblo en pugna con otros líderes lagartos que creían que no era adecuado surgir de las cavernas al peligroso mundo exterior.
Según se dice, un día, mientras Yckull reflexionaba sobre el futuro de su pueblo junto a un lago existente en los niveles superiores de la suboscuridad, se le presentó Ozomatli y le reveló que en el exterior ya no había peligro y que humanos y elfos sufrían los estragos de las pestes y se habían retirado de gran parte de la plana aluvial del Iaurduin, y que si se daban prisa este territorio podría ser anexionado al antiguo reino de Zulk, antes de que este pudiese ser ocupado por elfos o humanos. Y así Yckull logró convencer a su pueblo que le siguió con fe ciega cuando esta realizó varios milagros ante ellos.
Lo que no es seguro es que dicha aparición de Ozomatli fuera Seldar, algunos eruditos creen que fue más tarde cuando Seldar descubrió la leyenda de Ozomatli, el que guió a Yckull de regreso a los pantanos, el dios del Dolor asesinó, encarceló o simplemente redujo de algún modo al tal Ozomatli y le suplantó ante los lagartos para dominarles. Otros sostienen que el tal Ozomatli no existió nunca y que fue una invención de Yckull para recuperar el ánimo de su pueblo y conseguir que este saliera de las cavernas donde se ocultaron durante el Cataclismo, aunque los que expresan dicha opinión en público suelen ser acusados de herejes y ejecutados rápidamente. De todos modos, la religión cree firmemente que el Ozomatli que se presentó ante el pueblo lagarto, fue el mismo que se presentó ante la misma Yckull.
La Tercera Edad
Con la llegada a Eirea de Eralie y Seldar, los lagartos se encerraron más en sus pantanos, en su mundo, llegando incluso, a hacer pensar al resto de las razas de Eirea que habían perecido durante el Cataclismo y que su estirpe había llegado al fin.
Nada más lejos de la realidad. Los hombres-lagartos se instalaron en las profundidades de sus pantanos, donde los efectos del Cataclismo apenas se dejaron notar, permitiéndoles evolucionar y progresar a un ritmo bastante más acelerado que al resto de razas sumergidas en guerras o azotadas por las calamidades del Cataclismo.
Así, durante décadas, los grandes saurios de Zulk se aislaron del mundo, sin dejarse ver por otras razas, creando así su propio mundo entre fango, agua y limo.
No fue hasta que pasó un largo tiempo, con Seldar, Draifeth y Eralie instalados en el mundo, que otros Dioses empezaron a manifestarse en Eirea. Es el caso de Valkar, Khaol o Gloignar entre otros, que llegaron para tutorizar y apadrinar razas que habían quedado desvalidas con la marcha de los antiguos Dioses. Y fue entonces cuando Seldar, se fijó en aquellas extrañas criaturas que poblaban las inhóspitas y yermas tierras de los pantanos del sur de Dalaensar.
Seldar, intrigado por la ferocidad de esas criaturas, hizo mandar una avanzadilla desde Dendra para someterlas como esclavos, pues eran fuertes e inteligentes, y los orcos y goblins, antaño esclavos de Dendra, se habían organizado alrededor de sus propias creencias que más tarde, se concretarían en los Ancestros, rebelándose para siempre por su ancestral odio a los humanos.
La llegada de la avanzadilla humana, no fue más que un simple aperitivo para las huestes lagartas. Una emboscada a pocos metros de adentrarse en los primeros lodazales que comunican Orgoth con Zulk, liquidó por completo a la reducida guarnición, que jugaba en desventaja. Aquellas criaturas se movían con una soltura envidiable entre las aguas pantanales y los lodazales, y desde décadas, se habían cerrado en sí mismos, masacrando a los inoportunos visitantes.
Todo ésto no hizo más que exhasperar a Seldar, pues esas criaturas habían demostrado ser inteligentes y ser capaces de organizarse para usar estrategias que les beneficiasen. En los próximos días, los gobernantes de Dendra recibieron la orden de los más altos clérigos de Seldar, de atacar y arrasar Grimoszk hasta los cimientos, sometiendo a esas criaturas de una vez por todas.
La primera confrontación volvió a estar muy desigualada, y sólo la pericia de los mejores generales dendritas permitieron que sus tropas no fueran masacradas en las turbias aguas de los pantanos de Zulk. Aquellas criaturas eran fieras, pero demasiado bien organizadas pese a su aspecto salvaje. Fue entonces cuando los oficiales dendritas se dieron cuenta que realmente, un gigantesco saurio dirigía a todas las huestes de hombres-lagarto; el Patriarca. Aquel enorme saurio podría considerarse como el padre de la mayoría de aquellas criaturas, pues a él pertenecían la mayoría de ovadas incubadas en aquellos pantanos.
La táctica pues, era clara. Había que apresar a aquel ser para someter al resto. La historia cuenta que lo consiguieron, y aquel saurio, preso de una trampa, fue cautivado por los humanos. Pero la reacción no fue la esperada. Cuando la noticia se escampó como un reguero de pólvora por el resto de los pantanos, el resto de hombres-lagarto se lanzaron a la batalla en un estado de excitación tal, que no dudaban en enfrentarse solos contra el ejército que Dendra había desplazado. La situación obligó a los humanos a retirarse y a liberar al Patriarca, dejando atrás a aquellas criaturas.
De todos modos, Seldar, que lo había presenciado todo, puso en marcha sus maquiavélicas argucias, pues veía muy claro que debía hacer con aquellos seres. Y no iba a delegar en nadie más. Él en persona les convencería.
Al día siguiente, Grimoszk despertó convulsionada por la presencia de un gigantesco saurio de más de 10 metros de alto, que consiguió llegar a la plaza principal sin alertar a un sólo guardia. Aquel saurio no era otro que Seldar, y nadie consiguió saber que hizo o dijo para conseguir que aquellas criaturas le siguieran con una fe ciega. Nada trascendió de aquel día, tan sólo el nombre con el que se presentó, Ozomatli. Desde entonces, muchas son las especulaciones que los demás Dioses hacen sobre los verdaderos planes de Seldar con esas criaturas, y que pretende realmente presentándose con otro rostro ante ellos. Sus ideas iniciales de someterlos bajo el yugo de Dendra quedaron atrás, y hoy gozan del favor del cruel Dios del Mal, que bajo otro rostro, los guía con un oscuro propósito, del que nadie, ni siquiera el sabio Gedeon, puede ofrecer alguna pista.
La Cuarta Edad
Ozomatli apareció con forma de espectro sáurico para asestar el golpe definitivo que acabaría con el Cubo Negro, y dar así paso al advenimiento de la Cuarta Era.