1834
ediciones
Cambios
Página creada con «{{boceto}} Cuando Astaroth fue herido por los elfos y las lágrimas de Argan, este juró que destruiría la creación de sus dioses hermanos. Por el...»
{{boceto}}
Cuando [[Astaroth]] fue herido por los [[Elfos|elfos]] y las lágrimas de [[Argan]], este juró que destruiría la creación de sus [[dioses]] hermanos.
Por ello maldijo por los años a todas las criaturas, haciendo que con el paso del tiempo éstas envejeciesen hasta marchitarse y, finalmente, morir.
Sus espíritus, en lugar de ascender al [[Plano_espiritual|plano espiritual]], serían traídos de nuevo al [[Primer Plano Material]] convertidos en [[Muerto-viviente|muertos-vivientes]] que atormentarían al resto de vivos.
La maldición afecta sobre todo a los [[Humano|humanos]], pero ésta es tan fuerte que hasta los [[Enano|enanos]] y [[Elfo|elfos]] pueden sucumbir a ella en ocasiones.
El poder fue liberado con tal odio que aún siglos después de la muerte de su conjurador, ésta perdura.
En la [[Tercera Era]] [[Gedeón]] envió a [[Söele]] para ofrecer una segunda oportunidad a aquellos mortales cuya voluntad o corazón fuese demasiado influyente como para sucumbir a la maldición.
Cuando [[Astaroth]] fue herido por los [[Elfos|elfos]] y las lágrimas de [[Argan]], este juró que destruiría la creación de sus [[dioses]] hermanos.
Por ello maldijo por los años a todas las criaturas, haciendo que con el paso del tiempo éstas envejeciesen hasta marchitarse y, finalmente, morir.
Sus espíritus, en lugar de ascender al [[Plano_espiritual|plano espiritual]], serían traídos de nuevo al [[Primer Plano Material]] convertidos en [[Muerto-viviente|muertos-vivientes]] que atormentarían al resto de vivos.
La maldición afecta sobre todo a los [[Humano|humanos]], pero ésta es tan fuerte que hasta los [[Enano|enanos]] y [[Elfo|elfos]] pueden sucumbir a ella en ocasiones.
El poder fue liberado con tal odio que aún siglos después de la muerte de su conjurador, ésta perdura.
En la [[Tercera Era]] [[Gedeón]] envió a [[Söele]] para ofrecer una segunda oportunidad a aquellos mortales cuya voluntad o corazón fuese demasiado influyente como para sucumbir a la maldición.
